El Canal de Suez y la flota amarilla

Llevamos unas semanas siguiendo con enorme interés, los problemas de seguridad en el Mar Rojo que han derivado en la decisión de muchas Navieras de suspender sus tráficos a través del Canal de Suez, para preservar la integridad de las naves y sus tripulaciones. Todos recordamos perfectamente la crisis generada por el Ever Given, en marzo de 2021, al quedar encallado en diagonal y motivar la interrupción del tráfico por el canal, y con ello incalculables problemas a las cadenas de suministro mundiales. Actualmente el panorama no es optimista, y es perfectamente posible que la situación actual se mantenga durante unas cuantas semanas, y esto tensione los flujos comerciales entre Asia y Europa, demorando entregas, encareciendo los portes y provocando faltas puntuales de suministro.

El Canal se inauguró en 1869, y culminó el deseo de muchas civilizaciones, desde la época de los faraones, de unir el Mar Rojo con el Mar Mediterráneo. Después de la última ampliación inaugurada el año 2015, el Canal tiene una longitud de 193 kilómetros y se estima que el año 2023 habrá generado unos ingresos de unos 10.000 millones de dólares, que representa un 3% del PIB de Egipto, y mueve un 10% del comercio marítimo mundial. Cifras que muestran la importancia que tiene el Canal para nuestro sector, y para la economía mundial.

Parece una buena ocasión para recordar un hecho histórico remarcable que supuso el cierre del Canal durante 8 años. El 5 de junio de 1967 un ataque aéreo israelí prácticamente destruyó la aviación egipcia, y en respuesta el presidente Nasser, ordenó en primer lugar cerrar el Canal cegando ambos extremos hundiendo estructuras, buques y grúas; y posteriormente llenarlo de minas y artefactos explosivos, para inutilizar cualquier intento de navegarlo. Había empezado la guerra de los seis días.

Dentro del canal quedaron atrapados 14 buques de 8 países distintos, que se coordinaron para agruparse en una zona del canal llamada Gran Lago Amargo, y permanecer juntos, el tiempo que durara el bloqueo, aunque nadie pudiera sospechar que esta espera duraría 8 años. Debido al color que iban tomando estos barcos por las tormentas de arena, se les conoció por “la flota amarilla”, y se estableció una estrecha colaboración entre las tripulaciones, lo que los llevó a fundar la asociación GBLA (Great Bitter Lake Association), para compartir víveres, cooperar en el mantenimiento de los buques, organizar eventos y oficios religiosos. La nave sueca tenía piscina, la búlgara un cine, uno de los británicos montó un campo de futbol sala en la cubierta.  Se diseñaron unos sellos sin valor postal, pero muy codiciados por los coleccionistas, e incluso una bandera que representaba el número 14, con dos bandas azules y una blanca. Coincidiendo con los Juegos Olímpicos de México, se organizaron unos juegos paralelos entre los marineros, y se entregaron medallas que habían sido enviadas por el periódico británico Daily Express.

Iba pasando el tiempo y las tripulaciones se iban reduciendo y algunos de los buques se fueron abandonando. Las Navieras abarloaron los barcos para reducir los costes de mantenimiento, y al final fue una empresa noruega la que se cuidó del mantenimiento.

Al reabrirse el canal en 1975, las únicas naves que salieron por sus medios fueron las alemanas Ms Munsterland y Ms Nordwind, y a su llegada a Hamburgo los esperaba una multitud de 30.000 personas. Cosas del comercio internacional, una de las cargas a bordo era una arena especial para fabricar fibra de vidrio, y que durante los años transcurridos había incrementado 10 veces su valor.

Esperemos que el canal pueda volver en breve a poder hacer su función de reducir distancias y facilitar el comercio.

Artículo publicado el 12 de enero del 2024 en Diario del Puerto

15/01/2024
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