En el mes de diciembre del 2023 supimos que la Unión Europea había cedido a las presiones de la industria automovilística, rebajando un año el plazo de inicio de la directiva de reducción de emisiones contaminantes, llamada Euro 7, y fijando su inicio el 2026 para los vehículos y el 2028 para los camiones. Esta normativa había puesto en pie de guerra a los fabricantes de automóviles, y la cesión de las autoridades de la Unión, se justifica para ayudar a estas empresas a la transición que en la actualidad ya están llevando a cabo hacia el vehículo eléctrico. Hay que recordar que sobre el papel en 2035 se dejarán de vender en Europa, vehículos propulsados por gasolina y por diesel.
El primero de enero del 2024, a pesar de la movilización general de los países mediterráneos de la Unión, con algún tímido apoyo de los países del Norte de Europa, entró en vigor la inclusión del transporte marítimo en el programa “Fit for 55” de la Unión, con el ambicioso objetivo de reducir en 2030, un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero, el ya famoso ETS. El clamor de gobiernos y empresas fue unánime, pero la normativa ha entrado en vigor, y este nuevo coste ha sido trasladado al mercado por parte de las Navieras, que son los sujetos pasivos.
Estos días estamos viendo y conviviendo con las protestas de los agricultores, que empezó en Alemania y que se ha extendido a todo el continente, protestando por las exigencias medioambientales, junto con el exceso de burocracia comunitaria y la laxitud con que se trata a los productos de terceros países. Bien por empatía, bien por cálculo electoral, la presidenta de la Comisión Ursula Von der Leyen, ha decidido retirar la norma que fijaba la reducción de pesticidas en un 50%, junto con la aceptación de otras demandas del campo comunitario.
Parece sencillo ver quienes han sido los sectores económicos ganadores y quien el perdedor. Pero es necesario añadir otros considerandos, que pueden cambiar la visión anterior.
El mes de enero ha sido el más caluroso de la historia desde que se tienen registros, según ha publicado el servicio europeo de monitorización del clima Copernicus. La temperatura media en el mundo ha sido de 13,14 grados, superando en 1,6 grados, la media de la era preindustrial o sea de la segunda mitad del siglo XIX. En España las temperaturas han sido mucho más altas de las habituales, llegando a 17 grados en Navacerrada, 23 en Cuenca y casi rozando los 30 en varias poblaciones de la Comunidad Valenciana.
La temperatura media de la superficie del mar ha alcanzado otro récord histórico, situándose en 20,97 grados y superando las máximas que se dieron en agosto del año 2023. Y volviendo a nuestro país, tenemos el problema de la sequía, con datos nunca vistos hasta la fecha, y que afectan especialmente en Andalucía y Catalunya.
Una entidad nada sospechosa como el World Economic Forum, en su informe anual publicado en enero, concluye que analizados los principales riesgos globales a corto y medio plazo, estos son el cambio climático y la desinformación.
Visto lo anterior y aunque podamos discrepar de la efectividad de las medidas, como no tomemos decisiones importantes en nuestra relación con el planeta, tengo la certeza que los perdedores lo seremos todos.
Artículo publicado el 15.2.24 en el Diario del Puerto